01/03/2021 Lunes 2º de Cuaresma (Lc 6, 36-38)

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.

Este pasado sábado escuchábamos: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48). Donde el Jesús de Mateo habla de perfección, el de Lucas habla de compasión. Parecen cosas distintas, pero no lo son; perfección y compasión se explican mutuamente. La perfección del seguidor de Jesús no atiende a la integridad personal, sino a la dedicación a los demás. Para Jesús es perfecto quien no desfallece en su intento de amar a los demás como Él nos ha amado; aunque los logros queden lejos de la meta. Pero, ¿no es ilusorio pensar que podemos llegar a ser compasivos como Abbá? Si tratamos de responder a esta pregunta con la razón, no llegamos a ninguna parte. Si tratamos de responder con la fe, entonces llegamos a todas partes.

No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.

Pongamos rostros y nombres a quienes con más frecuencia juzgamos, o hacia quienes menos afecto sentimos. Explicitemos también los motivos detrás de esa relación de enemistad. Luego colocamos rostros, nombres y motivos ante el Señor para que Él sanee nuestras relaciones tóxicas.

Con la medida con que midáis se os medirá.

Así mismo la petición del Padrenuestro: Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. ¿Soy misericordioso con los otros? De la misma forma el Señor será misericordioso conmigo. Ante Dios, ¿me avergüenzo de ser pecador? Debemos pedir la gracia de la vergüenza. Al que hace el mal, se le llama sinvergüenza. Pidamos la gracia de que nunca nos falte la vergüenza delante de Dios (Papa Francisco). El perverso no conoce la vergüenza (Sof 3, 5).

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