05/03/2024 Martes 3º de Cuaresma (Mt 18, 21-35)

Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?

Resulta sorprendente que sea Mateo el único Evangelista que nos ofrece esta pregunta de Pedro y la respuesta de Jesús con la parábola del siervo perdonado que no supo o no quiso perdonar. Sorprendente, teniendo en cuenta lo central del perdón en el Evangelio. La conclusión de la parábola es categórica: Así os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

Siendo el amor la asignatura principal, ya que al atardecer de la vida me examinarán del amor; y siendo el perdón la manifestación más honda del amor; y entendiendo que nada tengo que no lo haya recibido; y sabiendo que a quien pide se le da…, haré bien iniciando la jornada pidiendo la abundancia del perdón de modo que, sintiéndome gratuitamente perdonado, pueda yo perdonar gratuitamente. Haré bien en presentar al Señor con sus nombres a las personas con quienes puedo entenderme mejor. Cuando pido el pan para el nuevo día, pido el perdón para ese día; y pido que el Señor me perdone como yo perdono.

El perdón es la menos romántica pero la más fuerte expresión del amor. Sin perdón no hay buena armonía ni en lo interior ni en lo exterior. Habrá ocasiones en que parecerá imposible perdonar. Pero si algo significa la fe en quien murió perdonando, nos pondremos ante el Crucificado hasta que la fe y la oración sean más fuertes que los sentimientos. Desde la cruz, Él nos hace ver que es posible amar a los peores enemigos; porque Él nos amó primero. Nos hace ver que podemos amar con su amor, no con el nuestro.

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