10/03/2024 Domingo 4º de Cuaresma (Jn 3, 14-21)

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito.

Es el cuarto domingo de Cuaresma, tradicionalmente llamado domingo de letare (alegraos). Las tres lecturas son como una sinfonía que, in crescendo, pretende transportarnos a la alegría inefable y gloriosa de la que habla Pedro en su primera carta (1 P 1, 8). El segundo libro de las Crónicas nos habla de cómo los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades. Luego, en la segunda lectura, Pablo nos dice cómo estando nosotros muertos por los pecados, Dios, rico en misericordia, nos ha hecho revivir con Cristo; estamos salvados por pura gracia. Finalmente, en el Evangelio, Jesús nos dice que Dios amó tanto al mundo que entregó a su Unigénito. Más tarde, el Evangelista abundará en este amor de Dios manifestado en Jesús: habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1).

Cuando Dios hace ver a una persona su pasmoso e inimaginable amor, esa persona se transforma, se transfigura; es como si su corazón se hubiese embriagado con el mejor de los vinos. Y cuando se pone a hablar o escribir parece que desvaría.

Como Pablo: El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con Él?... Si Dios absuelve, ¿quién condenará?... En todo vencemos de sobra gracias al que nos amó (Rm 8, 31-32).

Como Teresa de Lisieux: Ante un lenguaje como éste, solo cabe callar y llorar de agradecimiento y amor.

Tanto amó Dios al mundo. Un mundo de tantas y tan graves lacras; pero la persona a la que se le ha dado descubrir el amor de Dios, tiene hacia este pobre mundo la misma actitud que Dios.

En verdad, solo el amor es digno de fe. El verdadero creyente es la persona seducida por Jesús; aunque esté lejos de ser una persona perfecta, está llamada a hacer de su vida una continua oración de alabanza y de agradecimiento.

    6