10/08/2020 San Lorenzo (Jn 12, 24-26)

El que se ama a sí mismo se pierde.

Lo afirma después de habernos dicho: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo. Esta miniparábola del grano de trigo sintetiza toda la vida de Jesús. El martirio de san Lorenzo ilustra con elocuencia estas palabras de Jesús. Aunque quizá no lo parezca a primera vista.

Es bueno comprender que mártires son todos aquellos que deciden entregar su vida como lo hizo Jesús. Los menos, más conocidos y celebrados, lo hacen sufriendo una muerte violenta en un emocionante momento de heroísmo. Los más, menos conocidos y celebrados, lo hacemos entregando la vida en la opaca monotonía de la vida diaria.

¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel amar hasta el extremo que llevó a Jesús a la cruz. No existe el amor por entregas. Siempre hay que morir para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más lo necesitan (Papa Francisco).

Hoy celebramos la memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Así escribe ella sobre la fecundidad del martirio: Gracias al poder de la cruz puedes estar presente en todos los lugares del dolor adonde te lleve tu caridad compasiva, una caridad que dimana del corazón divino y que te hace capaz de derramar en todas partes su preciosísima sangre para mitigar, salvar y redimir.

Un último pensamiento del recientemente fallecido Pedro Casaldáliga: Al final de la vida me preguntarán: ¿Qué has hecho? Y yo no diré nada. Abriré mis manos vacías y mi corazón lleno de nombres.

    0