13/04/2021 Martes 2º de Pascua (Jn 3, 7b-15)

Respondió Nicodemo: ¿Cómo puede ser eso? Jesús le respondió: Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas?

Parece que Jesús se extraña de que Nicodemo no entienda lo de nacer de nuevo; pero, no. ¿A quién no le resulta complicado entender que es necesario nacer de nuevo, y cortar cordones umbilicales que nos amarran a un pasado bueno y que nos impiden un futuro mejor? Tantos grandes personajes, incluida María de Nazaret, hicieron preguntas parecidas a la de Nicodemo. También nosotros las hacemos. Las hacemos ante situaciones complicadas de hoy, o ante incertezas de mañana. Por muy inteligente que sea Nicodemo, y por muy inteligentes que seamos nosotros, la sabiduría humana nunca consigue aceptar la cruz como el nexo de unión entre lo divino y lo humano.

Te lo aseguro: nosotros hablamos de lo que sabemos, atestiguamos lo que hemos visto, pero no aceptáis nuestro testimonio.

Hablamos de lo que sabemos. Esta manera de hablar nos recuerda la plena identificación de Jesús con el Padre: Yo y el Padre somos uno (Jn 10, 30). Pero podemos decir también que esto de hablamos de lo que sabemos, nos lo podemos aplicar a nosotros cuando nos dejamos guiar por el Espíritu. Hablamos de lo que vivimos y experimentamos, aunque no lo entendamos. Entonces uno se siente tan sabio como ignorante. A esto conduce el nacer de nuevo. San Juan de la Cruz lo dice así: Este saber no sabiendo – es de tan alto poder, - que los sabios arguyendo – jamás le pueden vencer; - que no llega su saber – a no entender entendiendo, - toda ciencia trascendiendo.

    0