16/05/2020 Sábado 5º de Pascua (Jn 15, 18-21)

Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.

Lo recordamos de nuevo. Estamos en la sobremesa de la Última Cena. Jesús abre el corazón a los discípulos. Les confiesa su sufrimiento ante tanto rechazo. Rechazo y hostilidad fuera de su entorno por parte de la autoridad religiosa. Rechazo e incomprensión dentro de su entorno cercano de parientes y discípulos. Resulta reconfortante y alentador ver que Jesús sufrió por insensibilidades, desavenencias, indiferencias, incomprensiones. El Evangelista volverá sobre esto en una de sus cartas: No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece (1 Jn 3, 13).

El mundo. Si domesticamos este término, las palabras de Jesús nos tocan más de cerca. Podrían quedar así: Si me veo no apreciado, si me siento incomprendido en mi entorno más inmediato, si parezco un extraño en mi propia casa… Resulta más cercano. Y entonces puedo preguntarme por qué me afecta tanto el ser o el no ser reconocido por los que me rodean. Y si lo uno o lo otro me afecta en exceso deberé examinar y mejorar la conexión de este sarmiento que soy yo, con la vid que es Él.

Si la conexión es buena, nada turbará sustancialmente la paz interior, a pesar de la transitoria tormenta exterior. Si la conexión es buena llegará el día en que asimilaré estas palabras suyas: Dichosos vosotros cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa (Mt 5, 11).

Comenta el Papa Francisco: Creer en Él y practicar el Evangelio no nos asegura la vida, sino que nos desinstala profundamente y nos lleva a estar dispuestos a correr su suerte.

    0