18/02/2021 Jueves después de Ceniza (Lc 9, 22-25)

Este Hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, tiene que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Por primera vez habla a sus discípulos sobre lo que tiene que sufrir, y cómo va a ser rechazado por las autoridades, y sobre su muerte y resurrección. Es algo absolutamente incomprensible para los discípulos. Pero así tiene que ser. Esa es la manifestación más contundente del Dios-Amor que se entrega libremente por todos hasta el extremo. La más perfecta imagen de Dios es la de la cruz. Desde los primeros días de su vida pública, ha rechazado la propuesta de un mesianismo populista y triunfante. Por tanto ese será también el camino de todo discípulo de Jesús.

Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.

Jesús no tiene madera de político. No sabe endulzar la píldora; no sabe de populismos ni de promesas electorales para atraer seguidores. Lo pone crudo. Claro que una vez que decidimos seguirle, se mostrará compasivo, comprensivo y paciente siempre que le fallemos o traicionemos. Así, por ejemplo, con Pedro. No así con los honorables y creídos fariseos, que hacen todo lo que se debe hacer y parecen buenos. Pero son moralistas, moralistas sin bondad, porque han perdido el sentido de pertenencia a un pueblo. Han perdido el sentido del auténtico ayuno: el ayuno que se preocupa de la vida del hermano (Papa Francisco).

El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí la salvará.

Quien hace girar su vida en torno a sus cosas, materiales o espirituales, la pierde. Nunca podrá disfrutar de la abundancia de vida que Él nos trae.

    0