19/02/2024 Lunes 1º de Cuaresma (Mt 25, 31-46)

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.

Es importante esta majestuosa introducción a la parábola del Juicio Final; nos presenta a Jesús Señor del universo: Aquel por quien y para quien todo fue creado (Col 1, 16). 

Pero es mucho más importante lo que Jesús quiere decirnos con la parábola. Lo dice en esta frase: Os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. Este es el corazón de la parábola. Estemos atentos porque en ella hay muchos elementos que pueden desviar la atención del mensaje principal.

Dios creo al ser humano a imagen suya (Gen 1, 27). Jesús se identifica con el ser humano. A mayor pobreza del ser humano (cualquier tipo de pobreza), mayor la identificación de Jesús con él. Por eso que todo ser humano es sagrado. No adulteremos esta realidad recurriendo a lo de consagrados y no consagrados. Los actos de culto preferidos por el Señor son la misericordia y la solidaridad. Lo vemos en la parábola del Buen Samaritano.

Al atardecer de la vida no seremos preguntados sobre sacramentos, piedad o fe, sino sobre el amor manifestado en las obras. Teresa de Ávila escribe a sus monjas: Obras quiere el Señor. Si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no te importe perder tu devoción y compadécete de ella. Y si tiene algún dolor, te duela a ti. Y si es necesario, ayunes para que ella coma.

Jesús se mostrará como el Señor de la historia. Pero la paradoja cristiana es que el Juez se identifica con el más pequeño y necesitado de sus hermanos y hermanas (Papa Francisco).

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