19/06/2022 Corpus Christi (Lc 9, 11b-17)

Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente.

Algunos años celebramos la fiesta del Corpus Christi con el texto de la institución de la Eucaristía de Marcos 14. Otros años con un fragmento del discurso del Pan de Vida de Juan 6. Este año toca el milagro de la multiplicación de los panes de Lucas 9. La imagen de Jesús bendiciendo y partiendo el pan, y dándoselo a los discípulos para que lo repartan, es de profundo sabor eucarístico. Y no olvidemos que poco antes, cuando los discípulos han sugerido a Jesús que despida a la gente porque es tarde y están en descampado, Él les ha respondido: Dadles vosotros de comer.

La vivencia del Santísimo Sacramento del Altar tiene que ir unida a la vivencia del Santísimo Sacramento del Hermano. De no ser así, el fervor eucarístico no pasa de ser una ñoña ilusión. La vida cristiana podría ser comparada a una vía férrea tradicional. El tren funciona sobre dos raíles. Así también la vida cristiana. Si nos quedamos con el rail de la Eucaristía, dejando al prójimo en segundo plano, no hay vida cristiana verdadera. Las palabras de Jesús cuando dice que su cuerpo es verdadera comida, van inseparablemente unidas a estas: dadles vosotros de comer. Participando en la Eucaristía aprendemos el agradecimiento y el servicio desinteresado. Acercarse a la Eucaristía pensando en uno mismo es un despropósito.

El lamento de los discípulos, no tenemos más que cinco panes y dos peces, es comentado así por el Papa Francisco: La fiesta del Corpus nos enseña a saber compartir lo poco que somos y tenemos, y a no cerrarnos nunca en nosotros mismos.

En la Eucaristía lo recibimos todo, ya que todo es mío porque Cristo es mío y todo para mí (Juan de la Cruz). Lo recibimos todo gratis y lo agradecemos. Y, aprendiendo a recibir, aprendemos a dar, aprendemos a entregarnos a los demás como se entregó Él.

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