29/11/2018 Jueves 34 (Lc 21, 20-28)

Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas.

Las palabras apocalípticas de las lecturas de estos días hay que entenderlas en sentido figurado. Nos hablan del señorío de Jesús sobre la creación y la historia. Nos hablan de triunfo y liberación finales.

También podemos personalizarlas. Y entonces nos dicen que todo aquello que brillaba con fuerza en nuestro firmamento personal, todo aquello que significaba tanto en nuestras vidas, ahora se ha apagado. Por ejemplo, las ansias de tener, de poder, de significar. El Señor, a su manera y a su ritmo, nos ha ido purificando.

Cuando comience a suceder todo eso, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación.

Hemos ido por la vida encorvados, enroscados en nosotros mismos, a causa de nuestros errores y egoísmos. Es hora de comenzar a saborear la libertad; de desentendernos de lo nuestro y de poner los ojos solamente en Él. No es que ahora seamos mejores que antes; es que ahora lo nuestro no nos importa porque nos importa solamente Él. Él es nuestra liberación: Cristo nos da la libertad. Como dice Pablo: En todo salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó (Rm8, 37).

Se acerca vuestra liberación.

Jesús no vino para enseñarnos una doctrina o un código de conducta. Vino para salvarnos; para que tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10). Esta salvación, esta vida en abundancia, comienza a hacerse realidad con la fe en Él. Más adelante llegará a su plenitud. Entretanto, como dice Pablo: Estad siempre alegres en el Señor… No os inquietéis por cosa alguna… Y la paz de Dios, que supera toda inteligencia, custodiará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús (Flp 4, 4-7).

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