05/12/2018 Miércoles primero de Adviento (Mt 15, 29-37)

Pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió a la montaña y se sentó.

Este es el sobrio y solemne pórtico de entrada a lo que sigue; idéntico al del Sermón de la Montaña (Mt 5, 1). Este pórtico proclama el señorío de Jesús sobre lo creado: tierra, mar y aire. En aquella ocasión, una vez sentado Jesús sobre la montaña, se le habían acercado los discípulos.

Hoy se le acerca mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos. Resulta sencillo evocar sus palabras: Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados (Mt 11, 28). Ahora se proclama el señorío de Jesús sobre toda miseria humana, porque los colocaban a sus pies y Él los sanaba.

¿Cuántos panes tenéis?

Jesús quiere que sus discípulos nos hagamos cargo de los problemas de nuestros prójimos. Que no nos desentendamos de ellos diciendo que con lo poco que tenemos no se resuelve ningún problema. Que tampoco nos desentendamos recurriendo piadosamente a alguna oración o alguna limosna para anestesiar la conciencia. Santa Teresa de Calcuta decía: Él nos usa para que seamos su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestras debilidades y fragilidades.

¿Cuántos panes tenéis?

Al Señor le importa poco cuánto tenemos o dejamos de tener. Le importa la disponibilidad, la generosidad. Si encuentra eso, habrá pan para todos. Al final de la Eucaristía escuchamos: Podéis ir en paz. Entendamos que en ese momento comienza nuestra misión. Que también nosotros, como Él, estamos siendo enviados a aliviar al que sufre y a dar de comer a quien tiene hambre, de pan o de afecto.

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