11/02/2020 Martes 5 (Mc 7, 1-13)

Él les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

No hay cosa que moleste más a Jesús que la manera farisea de entender y vivir lo religioso: ley y tradición como puntos de referencia. ¡Y con tanta atención a la epidermis, a la cosmética, a la exterioridad! Los seguidores de Jesús, si de verdad lo somos, tenemos como objetivo de vida, como dice Pablo, tener los mismos sentimientos que Él (Flp 2, 8). Esto significa, primero, vivir en perfecta comunión con Abbá priorizando los momentos diarios para estar a solas con Él. Significa, en segundo lugar, vivir orientado hacia los demás, especialmente los más necesitados; igual que Él.

Los seguidores de Jesús nunca deberíamos tener la ley o la costumbre como referencias de vida. Ni siquiera deberíamos tener como primer objetivo de vida ninguna cosa propia: ni la propia perfección, ni la propia salvación, ni el progreso en las virtudes. Así lo dice y así lo vivía Teresa de Jesús: ¿Qué se me da, Señor, a mí de mí, sino de Vos?

Me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

Una persona afectada de fariseísmo cree agradar a Dios siendo fiel a la ley. Piensa, además, que cada vez que cumple la ley mejora su tarjeta de crédito ante Dios. No sabe de gratuidad. No se da cuenta de que es posible ser muy cumplidor y estar cordialmente alejado de Dios.

El Papa Francisco dice: El Evangelio es una Buena Noticia de humanización. Evangelizar pasa por humanizar la vida, las relaciones, etc. Por eso la misericordia entrañable está por encima de cualquier precepto y tradición.

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