23/05/2020 Sábado 6º de Pascua (Jn 16, 23b-28)

Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis para que vuestra alegría sea completa.

Hasta ahora. Ahora es el momento de LA HORA de la que habló a su madre en Caná. LA HORA de su muerte y resurrección; marcan un antes y un después. A partir de LA HORA, quienes seguimos a Jesús tenemos una visión nueva de la vida, de todo. A partir de LA HORA, los discípulos ya no hacemos preguntas al Maestro. Antes las hacían pero no comprendían las respuestas. Ahora su Espíritu nos ilumina desde el corazón con la luz de la Palabra de Dios; nos va introduciendo en la relación de amor entre el Padre y el Hijo; en esa relación entramos con nuestros prójimos.

Cuando llegue ese día, vosotros mismos presentaréis vuestras súplicas al Padre en mi nombre; y no es necesario que os diga que yo voy a interceder ante el Padre por vosotros.

Es la oración de petición: La experiencia de radical necesidad es siempre opuesta a la suficiencia. La primera nos abre al don y al misterio de nuestra identidad como seres recibidos y la segunda nos encierra en la soberbia y el autocentramiento narcisista (Papa Francisco). De todos modos, la oración de petición brota de la oración de unión. Que no es cosa de conceptos, de meditación, de palabras; es cosa de escucha en callada intimidad. Es cosa de estar con quien sabemos nos ama (Sta. Teresa).

Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo para volver al Padre.

Así resume Jesús su misión de Salvador. Vino del Padre al mundo y vuelve al Padre con la humanidad redimida. Su vida, con apariencias de fracaso rotundo, ha sido el más grandioso de los éxitos.

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