24/03/2021 Miércoles 5º de Cuaresma (Jn 8, 31-42)

Si os mantenéis fieles en mi palabra, seréis realmente discípulos míos, entenderéis la verdad y la verdad os hará libres.

La Verdad os hará libres. La Verdad, con mayúscula: Yo soy la Verdad (Jn 14, 6). No hay otra; no hay otro Dios. La Verdad lo abarca todo. En Ella todo tiene su principio y todo tiene su fin: Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada (Jn 1, 3). Entendiendo la Verdad, y haciéndola nuestra, nos liberamos del peor de nuestros opresores: el EGO. Así es cómo adquirimos capacidad de entrega; así llegamos a la plenitud de vida, como una mamá que encuentra su plenitud dándose totalmente a su bebé; así somos hijos que disfrutan de la casa del Padre. Verdad…, libertad…, plenitud de vida.

Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?

Los fariseos están orgullosos del privilegio de ser hijos de Abrahán. Para Jesús, no hay privilegios; ni ser hijos de Abrahán, ni ser hijos de la Iglesia. Lo decisivo es mantenernos fieles a su mandamiento. Los fariseos no entienden que, el abuso de palabras hermosas y contundentes como verdad o libertad, hace que éstas pierden significado. Como sucede en el mundo de la política, las grandes palabras se convierten en tópicos huecos. Es un tópico hueco proclamar que Dios es mi Padre y no vivir la fraternidad. Es otro tópico hueco proclamarme libre y vivir condicionado por servidumbres.

Los seguidores de Jesús, estamos llamados a vivir en la Verdad, en Él, como sarmientos en la vid: El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí, no podéis hacer nada (Jn 15, 5).

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