29/09/2020 Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael (Jn 1, 47-51)

Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Ángeles y Arcángeles; la Sagrada Escritura nos los presentan como signos del amor de Dios, protectores del pueblo y embajadores de Dios. La fiesta de hoy ha unido tres fiestas celebradas por separado en la antigüedad: San Miguel (nadie como Dios), San Rafael (medicina de Dios) y San Gabriel (fuerza de Dios).

Los ángeles de Dios suben y bajan sobre el Hijo del hombre. Es decir, Jesús es el puente, el punto de unión entre Dios y los hombres. Él es Señor, Él es Fuerza, Él es Sanación.

Veréis el cielo abierto.

El cielo abierto lo vemos en Él. Entrar en el misterio de Dios no es cosa de la razón ni del sentimiento. Es cosa de humildad, con las alas de la fe y del amor. Así que gocémonos en nuestra pequeñez. Nos gustaría ser fuertes y tenerlo controlado todo: también sentimientos y miedos. Pero nos sentimos impotentes. Teresita escribe a una amiga: ama tu impotencia.

Esta pandemia que sufrimos, pone en evidencia lo poco que somos, y nos ofrece la oportunidad para adentrarnos en el camino de la humildad que es el camino más verdadero: el de amar nuestra impotencia. Vivamos esta pandemia con cautela y con prudencia, pero no con miedo. O Jesús nos reprochará como a los discípulos que temían hundirse en medio de la tormenta: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

En esta fiesta alabamos a Dios por sus ángeles. Que ellos nos guíen en el camino de la humildad; en el camino de la verdad.

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