30/07/2020 Jueves 17 (Mt 13, 47-53)

También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases.

También. La de la red y la del dueño de casa son las últimas de las ocho parábolas de este capítulo 13 del Evangelio de Mateo. Las anteriores han sido: el sembrador, la cizaña, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro y la perla. Ahora es la red. Después de detenernos en cada una de ellas, es bueno contemplarlas todas en su conjunto. Así se aprecian mejor los maravillosos matices de la gran obra de arte que es el Reino de los Cielos.

Con la parábola de la red, parecida a la de la cizaña, Jesús nos pide ser pacientes y saber dejar la justicia en manos de Dios. Aunque se nos diga que así sucederá al fin del mundo, la parábola apunta al presente. El camino que nos enseña Jesús es el de incluir, lo contrario de la actitud excluyente de escribas y fariseos. Nunca excluyamos a nadie de nuestra oración, de nuestro saludo (Papa Francisco).

Todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.

Saca de su arca según las necesidades del momento. Él mismo, Jesús, lo hace con frecuencia; recurre al viejo arcón de la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento. Aunque el pozo es viejo, el agua es siempre nueva y fresca. A eso nos invita Jesús, a recurrir a nuestro arcón, las Escrituras. Buscando en ellas el Espíritu y el rostro de Jesús el agua siempre satisfará nuestra sed.

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