03/03/2021 Miércoles 2º de Cuaresma (Mt 20, 17-28)

Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce y les dijo por el camino: Mirad que subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado.

El primer anuncio de la Pasión tiene lugar en Cesarea de Filipo (16, 21); Pedro reacciona tratando de disuadir a Jesús de semejante barbaridad. El segundo anuncio tiene lugar en Galilea; los discípulos se entristecieron mucho (17, 23). Parecería que esta vez los discípulos entienden a Jesús.

El de hoy es el tercer anuncio de la Pasión. Tiene lugar camino de Jerusalén. Es difícil imaginar una reacción más absurda: Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino. Es bueno comenzar nuestra oración fijándonos en las reacciones de los discípulos, todos ellos y todas ellas, para aplicarnos el cuento ya que todos compartimos parecidos niveles de insensatez. Todos abrigamos las mismas ambiciones de superioridad. Pero, contemplando la escena de Jesús ante Salomé, Santiago y Juan, demos más tiempo a la contemplación de Él; de su reacción ante la inconsciencia de sus amigos.

No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?

Se lo toma con calma, con tranquilidad. Sabe que llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros (2 Cor 4, 7).

El planteamiento con el que se mueven los discípulos está todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad (Papa Francisco).

    0