09/07/2020 Jueves 14 (Mt 10, 7-15)

Y de camino proclamad que el reinado de Dios está cerca.

De camino. Sin detenernos. Nunca instalados. Como Él. Proclamad que el reinado de Dios está cerca. Sin dejarnos enredar por las pegajosas telarañas del mundo que pueden hacer de nosotros elocuentes predicadores catastrofistas, olvidando la proclamación de la Buena Noticia de Jesús.

La proclamación del reinado de Dios, sea con la vida sea con la palabra, tiene cuatro escoltas: la gratuidad, la paz, la pobreza, el profetismo.

La gratuidad: Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. Sin andar buscando compensaciones o dependencias afectivas. La gratuidad es la perla más preciosa del cristianismo.

La pobreza: No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas. Transmitimos el mensaje con el cómo, mejor que con el qué. Proclamamos confiando en Dios más que en los grandes medios.

La paz: Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Ante el rechazo, serenidad y… a otra parte. Sin violencias.

El profetismo: Si no se os recibe sacudíos el polvo de vuestros pies. Tampoco se trata de callarse resignadamente ante el rechazo al mensaje. El profetismo debe estar siempre presente en la Iglesia y en todo creyente. De lo contrario, acabamos siendo expertos en la justificación del inmovilismo.

El Evangelio es un estilo de vida en el que el centro no es el interés propio, sino hacer histórica la fraternidad humana al modo de Jesús. En un sistema donde el dinero, el poder y el sálvese quien pueda se proclaman como vías certeras para asegurarse el éxito social y la felicidad, el Evangelio hace una propuesta alternativa: la sencillez de vida, la gratuidad y el compromiso con los hermanos más vulnerados (Papa Francisco).

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