12/03/2024 Martes 4º de Cuaresma (Jn 5, 1-16)

Allí yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y lisiados, que aguardaban a que se removiese el agua.

El Evangelista Juan no presenta a Jesús relacionándose con multitudes, sino con personas. Prefiere singularizar a uno que represente a todos. El hombre lleva 38 años enfermo; casi los 46 de la construcción del templo que nada han significado para él.

¿Quieres sanarte?

Lo normal es que los enfermos se acerquen a Jesús por su propio pie. A veces son otros los que les acercan. Hoy es Jesús quien se acerca. La iniciativa es suya. Aquel hombre lleva tanto tiempo enfermo que parece resignado a su suerte. El relato deja la impresión de que el hombre sufría también de una discapacidad mental. Llama la atención su apatía ante la oferta de sanación. Y que, una vez sanado, vuelva al templo. Y que, tras el segundo encuentro con Jesús, vaya a delatar a Jesús ante la autoridad judía.

Mira que te has sanado. No vuelvas a pecar, no te vaya a suceder algo peor.

Había dicho Jesús: Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, busca reposo y no lo encuentra… Entonces toma consigo otros siete espíritus peores que él y vuelven. Y el final de aquel hombre resulta peor que el comienzo (Lc 11, 26).

La sanación de aquel hombre quedó en lo físico. Jesús le invita a una sanación más profunda por la fe en Él. Es que, para el cuarto Evangelio, el único pecado es el de no creer en Jesús.

Comenta el Papa Francisco: El Señor nos pregunta: ¿Quieres sanar? Respondemos: Sí, Señor. Entonces el Señor nos dice: Levántate. Y nosotros le pedimos: Ayúdame, Señor, que quiero levantarme. Entonces sabremos cómo es la alegría de la salvación.

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