14/02/2024 Miércoles de Ceniza (Mt 6, 1-6; 16-18)

Cuidado con hacer vuestras obras de piedad delante de la gente para llamar la atención.

Jesús conoce bien lo que somos. Conoce bien cuánto nos gusta ser apreciados y valorados. Sabe bien cuánto pesa nuestro ego y cuánto pesa lo que otros puedan decir o pensar sobre nosotros. Sabe que nos comportamos de una forma cuando estamos solos, y de otra forma cuando  nos sentimos observados. Lo sabe y lo comprende, y se toma su tiempo para corregirnos; como lo hizo con sus primeros discípulos.

Hoy, miércoles de ceniza, comenzamos la cuaresma. Cuando se nos impone la ceniza escucharemos estas palabras: Conviértete y cree en el Evangelio (Mc 1, 15). Conviértete. La palabra conversión era entendida de manera distinta por el Bautista y por Jesús. Para el Bautista la conversión era cuestión de conducta; para Jesús es cuestión de fe. El Papa Francisco nos ayuda a comprender y vivir la conversión de acuerdo con la idea de Jesús. Lo hace con estas palabras: La conciencia de las maravillas que el Señor actuó para nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud hacia Dios. De aquí parte nuestra conversión. Ella es la respuesta agradecida al misterio estupendo del amor de Dios. La Cuaresma es un momento favorable para convertirse al amor a Dios y al prójimo. Un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.

 

Comencemos la Cuaresma recurriendo a la misericordia del Señor. Él nos hará ver que el mejor punto de partida para entender su misericordia y para ser nosotros mismos misericordiosos es aceptar la propia nada, la propia miseria, el propio pecados. Él nos hará ver que su preferencia es manifestar su poder en la misericordia y el perdón. 

 

Estos días de Cuaresma tratemos de crecer en una mayor atención a las necesidades de nuestros prójimos más cercanos. Tratemos de esforzarnos por incrementar los momentos dedicados a la comunicación con Dios a la luz del Evangelio. Tratemos también de imponernos alguna privación ofrecida como obsequio al Señor y en beneficio de los demás.

 

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