20/12/2023 Miércoles 3º de Adviento (Lc 1, 26-38)

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ayer era el anuncio del nacimiento de Juan; hoy, el de Jesús. Las diferencias son muy significativas. El anuncio del nacimiento de Juan se hace a un sacerdote en el centro del culto judío; en el suntuoso templo de Jerusalén. El anuncio del nacimiento de Jesús se hace a una muchacha en una aldea nunca antes mencionada en las Escrituras. El tiempo mesiánico es el tiempo de la humildad, de la sencillez, de la discreción.

El saludo a Zacarías comienza con el consabido no temas. El saludo a María es absolutamente sorprendente: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Llena de gracia. Los estudiosos dicen que la traducción literal de la expresión llena de gracia sería: Tú que has estado y sigues estando llena de favor divino.

Zacarías reacciona con sus dudas ante el anuncio. Después de tantos años y de tantas súplicas no escuchadas, el piadoso Zacarías ha dejado de confiar. Su desconfianza es razonable ya que Isabel es estéril y de edad avanzada. Por el contrario, María no duda, aunque tiene motivos mayores para hacerlo, ya que es imposible que una mujer conciba sin concurso de varón. Pero la confianza de María en Dios está por encima de todo razonamiento: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

El camino de la confianza es el camino abierto por el Señor para los pequeños; para todos. Es el camino que conduce a la más sólida seguridad y a la más profunda alegría. No hay mejor actitud en la vida que depositar la confianza del corazón fuera de uno mismo; en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites de generación en generación.

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