top of page
Buscar

16/01/2021 Sábado primero (Mc 2, 13-17)

Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. Él se levantó y le siguió.

Sucede al pasar; como por casualidad. Jesús no se detiene. Solamente una mirada, acompañada de una palabra: Sígueme. Y Leví se levanta y le sigue. ¡Cuánto poder en esa palabra! El mismo poder que cuando dice: ¡Lázaro, sal afuera! Es un poder misterioso. Porque no contempla la posibilidad del rechazo, y porque la aceptación se hace con plena libertad. Es como el poder del amor, que obligando a actuar de una manera determinada, actúa de forma gozosamente libre.

Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.

Después de levantarse y ponerse en camino Leví pasa a sentarse a la mesa de la comida, icono de hermandad y bienestar. Ha dejado atrás la mesa de los impuestos, icono de corrupción y opresión del pueblo. Hay sitio para todos en la mesa de la hermandad. El Papa Francisco comenta: La Iglesia no es una fortaleza cerrada, sino una tienda de campaña capaz de agrandarse para recibir a todos. Es una Iglesia en salida, una Iglesia con las puertas siempre abiertas.

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Los ‘justos’ no se atreven a presentar sus protestas a Jesús. Se quejan ante los discípulos; piensan que todavía no habrán sido contagiados por esa insensata conducta del maestro frecuentando personas poco recomendables. Jesús, que conoce bien la opinión de esos ‘justos’, la expresa así: Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores (Lc 7, 34).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Commentaires


bottom of page