Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y el cielo, ¿y no sabéis interpretar la coyuntura presente?
Las especies animales con mayor probabilidad de sobrevivir a condiciones adversas son las de mayor capacidad de adaptación. Lo mismo podría decirse de los seguidores de Jesús. Si no sabemos adaptarnos a los cambios de los nuevos tiempos nos convertimos en piezas de museo. Jesús nos invita hoy a saber interpretar y a saber adaptarnos a los nuevos tiempos. San Pablo lo hacía muy bien: Olvidando lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta (Flp 3, 13).
Los meteorólogos se especializan en anunciarnos si mañana lucirá el sol o lloverá. A veces no calibran bien la cantidad de agua que caerá y nos sorprenden las inundaciones. Algo de esto nos pasa a los creyentes. Proclamamos que los espléndidos tiempos mesiánicos han llegado, pero nos quedamos cortos al calibrar su esplendidez. San Pablo no se quedaba corto: Pues Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos. ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y prudencia el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones, qué incomprensibles sus caminos! (Rm 11, 32-33).
Para calibrar mejor y disfrutar de tal avalancha del amor que Dios prodiga sobre el mundo, es necesario activar la sensibilidad religiosa. Para esto, necesitamos desconectar de tantos ruidos que nos aturden. Solamente así, conectados a la Palabra de Dios, llegaremos a apreciar la esperanza a la que nos llama, la espléndida riqueza de la herencia que promete a los consagrados y la grandeza extraordinaria de su poder a favor de nosotros los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa (Ef 1, 18-19).
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