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24/11/2021 Santos Andrés Dung-Lac y compañeros (Lc 21, 12-19)

Os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre.

¿Qué pretende Jesús con estas palabras tan catastrofistas? No pretende profetizar lo que sucederá al final de los tiempos. Sí que pretende animarnos a vivir las adversidades de la vida desde la fe. Recordemos cómo, mientras los discípulos reman angustiados tratando de mantener la barquilla a flote, Él duerme tranquilo.

Esto sucederá para que deis testimonio.

Es normal que los discípulos seamos perseguidos y que nos hagan la vida imposible. Comenzando por los de nuestra propia casa. Es normal, porque necesitamos ser purificados y porque eso mismo le sucedió a Él.

Los tremendos cambios que experimentamos en nuestros días, y que no somos capaces de asimilar, nos han de ayudar a buscar en Él la luz y la fuerza que necesitamos, para vivir de manera lúcida y serena estos tiempos recios. Siempre desde el Evangelio. Así no nos dejaremos engatusar por profetas de mal agüero que predican oráculos divinos: Yo os daré elocuencia y sabiduría a las que no podrán resistir. Así seremos testigos convincentes y humildes de la persona y del mensaje de Jesús. La persecución y el rechazo duelen más cuando provienen de quienes tenemos cerca por vínculos de sangre o de religión. Lo importante es no desviarnos nunca del Evangelio. Así es cómo nos sentiremos protegidos, convencidos de que no se perderá ni un pelo de nuestra cabeza.

Con vuestra constancia ganaréis vuestras vidas.

Constancia, perseverancia, paciencia. La espera se hace larga si somos impacientes. Entonces nos exasperamos, nos ponemos violentos, criticamos mucho, construimos poco. Y creamos mal ambiente en nuestro entorno. ¡Ánimo! Yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).

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