Los discípulos se le acercaron a decirle: Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.
No parece que la explicación de la parábola de la cizaña abra los ojos de los discípulos y entiendan la razón de ser del mal en el mundo y en todo ser humano. Necesitarán pasar por la cruz y la resurrección y la efusión del Espíritu para comenzar a ver algo de luz en algo tan oscuro como la existencia del mal en todas sus formas.
Jesús habla de la cizaña, del mal, con toda naturalidad; con la certeza de que tiene fecha de caducidad. Es que al final, como dice san Pablo, cuando hayan sido sometidas a Él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1 Cor 15, 28). Entonces habrá desaparecido toda cizaña. Pero entretanto la cizaña cumple una tarea tal como lo ha dispuesto Dios: Pues Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos (Rm 11, 32). Además, sabemos que todo concurre al bien de los que aman a Dios (Rm 8, 28).
De todos modos debemos estar atentos para evitar en lo posible que se nos cuele la cizaña. El Papa Francisco nos advierte de que hay demonios muy sutiles y educados que llaman a la puerta para pedir permiso y llegan a convencernos de que no son cizaña, de que no son enemigos, pero una vez instalados no hay quien los saque del corazón. Son, por ejemplo, los demonios o cizaña de la mundanidad y de la mediocridad. El mejor antídoto contra ellos es la oración interior inspirada en la Palabra de Dios.
Buenos días Señor, hoy los discípulos se te acercan para que les expliques la parábola de la cizaña. Yo también necesito acercarme a Ti, pero hoy, no para que me expliques por qué crecen juntas la semilla y la cizaña, me basta con saber que Tú eres el buen sembrador. Hoy, mis ansias son entrar en la Tienda del Encuentro (qué nombre más apropiado) para sentir que Tú eres mi Dios compasivo y misericordioso y que yo soy Heredad Tuya. Entro en la Tienda del Encuentro y eligo TU AMOR y cuando te pregunto cuánto debo, me contestas que todo ya está pagado.
¡Gloria a Dios!