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01/11/2024 Todos los Santos (Mt 5, 1-12a)

Al ver a la muchedumbre, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: Dichosos los pobres de corazón porque el reinado de Dios les pertenece.

Es la fiesta de Todos los Santos. La fiesta de la inmensa muchedumbre que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos (Apo 7, 9).

Es la fiesta del Señor, porque la santidad es cosa suya: Sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5). Es la fiesta del Dios-Amor hecho carne en el hijo de María; el que nos amó hasta el extremo (Jn13, 1) y del que nada podrá separarnos (Rm 8, 39). Es la fiesta de todos nosotros porque, como dice el Papa Francisco en el pórtico de su encíclica DILEXIT NOS: El corazón abierto de Jesús nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: nos amó primero (1 Jn 4, 10). Gracias a Jesús nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor (1 Jn 4, 16).

Es la fiesta de Todos los Santos, de Todos los Hijos de Abbá. Porque Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Es la fiesta de la santidad; que es lo mismo que decir la fiesta del Amor. Las dos palabras, santidad y amor, pueden entenderse como sinónimas: En esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4, 10).

Es la fiesta para la alabanza gozosa y para el más profundo agradecimiento, porque todos somos hechos santos sin mérito alguno de nuestra parte. Celebramos con gozo esta fiesta del amor de Dios derramado sobre nosotros sobreabundantemente.

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