02/07/2025 Miércoles 13 (Mt 8, 28-34)
- Angel Santesteban
- hace 3 horas
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Subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
Seguimos los pasos de Jesús en este capítulo 8 del Evangelio de Mateo. Es una secuencia con sabor a parábola, con muchos elementos cargados de simbolismo (curaciones, travesía del lago, tempestad, cerdos…).
Vemos en primer lugar cómo Jesús, concluido el sermón de la montaña, baja del monte (8, 1). En el llano, cura a muchos (8, 16). Al verse asediado por la multitud, decide pasar a la otra orilla del lago (8, 18), territorio pagano en que los cerdos campan a sus anchas. La travesía del lago, muy accidentada (8, 24). La estancia en territorio pagano, muy breve, va a ser el preludio de la misión posterior de los discípulos.
Desde los sepulcros dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
En territorio pagano, los demonios condicionan la vida de la gente. No así en territorio cristiano. Santa Teresa dice tener más miedo de quienes mucho temen a los demonios que de los mismos demonios. Hoy podríamos llamar posesión diabólica a las más denigrantes de las miserias humanas: adicciones, alienaciones, servidumbres nefastas…
Salieron a su encuentro. Cuando invito a Jesús a entrar en mi vida, los demonios entran en pánico y los cerdos desaparecen.
El pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
La presencia de Jesús altera el orden social establecido. La gente no aprecia el que aquellos endemoniados gocen ahora de buena salud. Echan en falta sus cerdos y, muy educadamente, piden a Jesús que se vaya, que les deje tranquilos. No cabe duda que el abrirnos a los planes de Dios complica nuestras vidas. Lo supieron bien José y María.
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