El reinado de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo.
Nos dice el Papa Francisco que la alegría de haber encontrado el tesoro del reino de Dios se transparenta, se ve. El cristiano no puede mantener oculta su fe, porque se transparenta en cada palabra, en cada gesto, incluso en los más sencillos y cotidianos: se trasluce el amor que Dios nos ha donado a través de Jesús.
¿Cómo saber si he descubierto o no he descubierto el tesoro? La señal primordial es la alegría que empapa lo más profundo de la persona. Puede ser que el proceso de desprenderme de todo lo demás sea largo y laborioso, pero si estoy en ello, aunque la meta esté más o menos lejana, la alegría estará ahí. Santa Isabel de la Trinidad se expresaba así: Me es imposible decirle la paz que infunde en mi alma el pensamiento de que Él suple mis debilidades, que si caigo en cualquier momento, Él está allí para levantarme e introducirme más en su interior.
Nadie sabe más de experiencias de plenitud y abundancia que un creyente. Así lo proclama Pablo: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo (Ef 1, 3). Así también Pedro: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha regenerado para una esperanza viva, una herencia incorruptible…; os alegráis con gozo indecible y glorioso, pues vais a recibir, como término de vuestra fe, la salvación personal (1 P 1, 3-9).
Buenos días Señor, qué amistad tan bonita tiene Moisés Contigo: Te hablaba "sin velo" y "tenía radiante la piel de la cara"
Te doy gracias Señor, porque yo he encontrado el Tesoro y la Perla preciosa, y no ha sido gracias ni a mis obras ni a mi perseverancia, sino porque la gratuidad de Tu amor salió un día a mi encuentro de una forma "descarada"y me quitaste el velo de la cara.
¡Gloria a Dios!