02/11/2025 Todos los Difuntos (Jn 14, 1-6)
- Angel Santesteban

- hace 11 horas
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Cuando vaya y os prepare sitio, volveré para llevaros conmigo, para que estéis donde yo estoy.
La esperanza de una vida después de la muerte, vida de absoluta plenitud, se apoya en estas palabras de Jesús. Las repite en su oración al Padre: Padre, quiero que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy; para que contemplen mi gloria; la que me diste (Jn 17, 24).
Cuando vaya y os prepare sitio, volveré para llevaros conmigo. Eso es la muerte y eso es la resurrección. Así de serena y confiadamente debemos contemplar la muerte nosotros los creyentes; tanto la nuestra propia como la de nuestros seres queridos. Es evidente que la muerte tiene distintas lecturas. Con los ojos de la razón se ve de una forma; con los ojos de la fe de otra forma muy distinta. San Pablo escribe: Acerca de los difuntos quiero que no sigáis en la ignorancia, para que no os aflijáis como los demás que no tienen esperanza (1 Tes 4, 13).
Se suele decir que todo tiene remedio menos la muerte. Y no es cierto. Y no deberíamos repetirlo nosotros los creyentes. Porque también la muerte tiene remedio. Es más, la muerte es el gran remedio. Con la fe lo superamos todo; también la muerte. De nuevo san Pablo: En todo salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó (Rm 8, 37).
Estos primeros días del mes noviembre suelen ser tradicionalmente días de cementerios y de flores. Y no está mal. Pero podría y debería estar mucho mejor. Estos primeros días de noviembre deberían estrechar lazos no con las tumbas de los cementerios, sino con nuestros seres queridos que están más vivos que nosotros. Hacer de ellos compañeros de camino; aprender a sentir y disfrutar de su compañía; dejar que ellos nos orienten e iluminen en momentos de oscuridad o desconcierto: Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos (Mt 22, 32).
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