02/12/2023 Sábado 34 (Lc 21, 34-36)
- Angel Santesteban
- 1 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Poned atención, que no se emboten la mente con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida.
Terminamos el año litúrgico y termina el discurso sobre el fin de los tiempos en que Jesús nos urge a la vigilancia y a la oración; a la verdadera oración: aquella en la que Jesús ocupa el centro de nuestra atención. Esta oración es el mejor antídoto contra todo tipo de cirrosis y somnolencias espirituales. Quien no sabe de verdadera oración, puede abundar en ejercicios de piedad, pero se parecerá al terreno que recibió la semilla entre abrojos: las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a madurar (Lc 8, 14).
Velad en todo momento, pidiendo poder escapar de cuanto va a suceder y presentaros ante el Hijo del Hombre.
Siempre despiertos, siempre serenos; desde la confianza de quienes se saben hijos queridos del Padre y esperan la gloriosa venida del Señor y Salvador Jesús. Siempre bien pertrechados: Poneos el casco de la salvación, y empuñad la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios (Ef 6, 17). Esa Palabra de Dios, viva y eficaz, más cortante que espada de doble filo, que penetra hasta la separación entre alma y espíritu, articulaciones y médula, y discierne sentimientos y pensamientos del corazón (Heb 4, 12).
Estad atentos y orad. El sueño interno viene siempre de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas. Este próximo Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de la gente y al deseo de un mundo nuevo (Papa Francisco).
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