Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
Aquellos discípulos que daban sepultura a su maestro pensarían en lo injusta que puede ser la vida. Mientras los sinvergüenzas lo pasan bien, el Bautista es decapitado en la lóbrega soledad de una cárcel.
En este día en que celebramos la ignominiosa muerte del Bautista, el Papa Francisco nos invita a seguir su ejemplo: No tengáis miedo de ir contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen valores que están pervertidos. Valores que, como el alimento en mal estado, nos hacen mal. ¡Debemos ir contracorriente!
El Bautista no admitió componendas; pudo haber pasado por alto lo incorrecto de la conducta de Herodes y nadie, ni siquiera sus más fieles seguidores, se lo habrían echado en cara. Pero su conciencia no se lo permitió.
La actitud a tomar en cada circunstancia de la vida, es algo que cada uno debe decidir en lo secreto de su interioridad, siempre a la luz de la Palabra de Dios. Especialmente cuando se trata de decisiones comprometidas o arriesgadas. En momentos así, mejor dejarnos acompañar por alguien tan experimentado en injusticias como san José. Santa Teresa nos lo recomienda con insistencia: Pido por amor a Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca… Quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hace cuanto le pide.
Conocemos la reacción de Jesús ante el anuncio de la muerte del Bautista: Al oírlo se retiró en una barca, aparte, a un lugar solitario (Mt 14, 13). También la injusticia y el dolor son espacios de revelación.
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