05/09/2025 Viernes 22 (Lc 5, 33-39)

Ellos les dijeron: Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben.

No es la única vez que se le acusa a Jesús de falta de seriedad. Han llegado a decir de Él: Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores (Mt 11, 19). El grupo de Jesús no destaca por su ascetismo, como destacan los grupos de seguidores de fariseos o del Bautista. Ambos grupos han hecho de Dios un Dios pétreo, amarrado a la Ley de Moisés. Para ellos, la creación concluyó aquel séptimo día del Génesis; no conciben que la historia de la salvación sea la continua manifestación de la creatividad de Dios.

Jesús les contestó: ¿Pueden los invitados a la boda hacer ayuno mientras el novio está con ellos?

Como escribe el Papa Francisco, la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús… Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Disfrutamos de su presencia y nos sumamos a la fiesta. Un cristiano no debe ser un aguafiestas. Los discípulos de los fariseos y del Bautista se pasarían la vida cantando lamentaciones y misereres. Ya nos tocará ayunar; lo haremos cuando Jesús se nos ausente, como cuando el Padre se ausentó de la vida de Jesús en Getsemaní.

El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.

El vino nuevo es incompatible con el viejo. El vino nuevo que ofrece Jesús no agrada a quienes están acostumbrados al vino viejo de la Ley. Este vino nuevo nos hace evocar las palabras del mayordomo de la boda de Caná: Tú has guardado el vino mejor hasta ahora (Jn 2, 10).