¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?
Quienes preguntan son algunos fariseos y herodianos. Son dos partidos políticos, o dos tendencias religiosas; no se entienden entre sí, pero ahora se unen ya que Jesús representa una amenaza a la estabilidad política y religiosa. Siempre hay quienes intentan identificar la religión con un partido político; como siempre hay quienes intentan prohibir a la religión salir de la sacristía; como siempre hay poderes políticos o económicos que intentan aliarse con lo religioso.
Jesús y su mensaje, el Evangelio, nunca se identifican con una tendencia política, aunque son muy políticos, en el sentido de que los políticos de cualquier color lo aborrecen, ya que lo suyo son los pobres. La política y el dinero, son cosas buenas porque necesarias. Pero, igual que hay estómagos alérgicos a algunas cosas buenas, hay también personas, como Jesús, que parecen alérgicos a la política y al dinero. La política y el dinero son encarnaciones de la autoridad entendida como dominio.
Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.
La moneda es del César porque el César ha impreso en ella su imagen. La persona humana es de Dios porque Dios ha impreso en ella su imagen. El mundo del César, el mundo de la economía y de la política, gira en una órbita ajena a Dios. El César establece su autoridad con dineros y con ejércitos. Dios establece su autoridad con amor y servicio.
No es posible servir a Dios y al dinero. Alguien ha dicho, y dice bien, que el imperio del capitalismo neoliberal es hoy el poder que más radicalmente se enfrenta al Reino de Dios.
En aquel tiempo y en este tiempo también perseguimos a Jesús para CAZARLO, para quitarle del mundo, de un mundo que no soporta la voluntad del Padre, la voluntad de ALGUIEN que no sea la del César, la de la ley y sobre todo la mía. ¡Cuánto sigue molestando Jesucristo.!
¡Gloria a Dios!