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06/07/2024 Sábado 13 (Mt 19, 14-17)

Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?

Los discípulos del Bautista eran muy buena gente; de gran integridad moral y de profundo fervor religioso. Pero, como es normal para quien no ha entrado en la órbita del Evangelio, creían que acumulando méritos a base de ayunos y buenas obras, conseguirían el billete de entrada en el cielo. Están tan convencidos de la insuperable calidad de su religiosidad que la respuesta de Jesús les resulta incomprensible: ¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos?

Jesús propone que lo religioso sea vivido en clave de fiesta nupcial más que en clave de rígida renuncia. Los seguidores de Jesús tenemos que saber aprovecharnos de Él para disfrutar la vida. Así lo quiere Él: He venido para que tengan vida en abundancia (Jn 10, 10). Así lo entiende san Pablo: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres (Flp 4, 4). Porque el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Cor 5, 17-18).

No se echa el vino nuevo en pellejos viejos.

San Pablo supo desechar los pellejos viejos: Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante (Flp 3, 13). Pretender vivir el Evangelio en formas obsoletas no tiene sentido. No hay que tener miedo de cambiar las cosas. A vino nuevo, pellejos nuevos. Por eso la Iglesia nos pide a todos nosotros algunos cambios. Nos pide que dejemos las estructuras anticuadas: ¡no sirven! Y que tomemos pellejos nuevos, los del Evangelio (Papa Francisco).

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