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07/06/2025 Sábado 7º de Pascua (Jn 21, 20-25)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • hace 2 horas
  • 2 Min. de lectura

Pedro se volvió y vio al discípulo predilecto de Jesús… Pedro preguntó a Jesús: Señor, y de éste, ¿qué?

Es el final del Evangelio de Juan. Estamos ante Jesús con dos discípulos: Pedro y Juan. Ellos representan dos maneras distintas de seguir a Jesús. Las maneras importan poco; lo que importa es el seguimiento: Tú, sígueme.

Pedro se volvió. Los seguidores de Jesús, los cristianos, nunca deberíamos volvernos o distraernos; deberíamos siempre, en todo momento, como dice Juan de la Cruz, poner los ojos solo en Él. Pedro acaba de recibir de Jesús la responsabilidad del rebaño: Pastorea mis ovejas. Se diría que los humos de la vanidad le han nublado la cabeza y que Pedro se siente investido de autoridad para controlar a las ovejas del rebaño del Señor: Señor, y éste, ¿qué? Vemos un Pedro policía, en lugar de pastor.

 

Le responde Jesús: Si quiero que se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme. 

 

De nuevo una dura respuesta de Jesús a Pedro. Jesús, el de la mansedumbre y la delicadeza, en momentos como éste se vuelve brusco y severo. La respuesta es dura, pero necesaria. Necesaria, porque los discípulos debemos estar siempre atentos a no adulterar lo esencial del seguimiento, a no inquietarnos cuando otros parecen seguir caminos diferentes. ¡Qué fácil nos resulta encontrar argumentos de colorido caritativo para entrometernos en vidas ajenas!

 

Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito; y nos consta que su testimonio es fidedigno.

Después de la resurrección, los discípulos han ido aprendiendo a vivir sin la presencia física de Jesús; han ido aprendiendo a vivir desde la fe gracias a la presencia del Señor por el Espíritu que se les ha dado.

 
 
 

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