¿De dónde saca éste todo eso?... ¿No es éste el carpintero?... Y se escandalizaban a causa de Él.
Es propio de la religiosidad de la ley el rasgarse vestiduras y escandalizarse ante lo que se sale de la norma, sea bueno o malo. Como es propio de la religiosidad de la gracia la comprensión y el asombro ante circunstancias especiales. El asombro se da cuando se miran las cosas con las lentes de la fe; cuando lo miramos todo como lo miraba Jesús: las aves del cielo, las flores del campo, las multitudes perdidas, los pecadores… Un creyente que de verdad lo es, destierra de su vida el escándalo y promueve el asombro.
A un profeta solo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
Se ha convertido en un proverbio popular: Nadie es profeta en su tierra. Somos propensos a fijarnos en lo negativo más que en lo positivo. Nos cuesta valorar y reconocer lo bueno de quienes tenemos cerca. Nos cuesta también reconocer que Dios nos habla a través de las cosas más sencillas de la vida cotidiana o de personas que tenemos a nuestro lado.
Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo sanar a unos pocos enfermos a quienes impuso las manos. Y se asombraba de su incredulidad.
Son muchos los momentos en que Jesús nos dice que los milagros se deben a la fe de quien se le acerca más que a su propio poder. Tu fe te ha salvado, es una frase que Jesús repite con frecuencia.
Sus parientes y vecinos de Nazaret no creen en Él porque han crecido con Él y creen conocerle bien; o eso piensan. El caso es que esto se da también hoy entre los nacidos en ambientes cristianos. ¿No pensamos también nosotros que lo divino debe aparecer en algo más espectacular que la humildad de lo cotidiano? Que el conocimiento que tenemos de Jesús, siempre limitado, no sea también para nosotros el mayor obstáculo para un conocimiento superior al que todos estamos llamados.
Comments