Al enterarse, Jesús se marchó de allí en barca, Él solo, a un paraje despoblado.
Al enterarse de la muerte del Bautista. Jesús necesita situar en su justa perspectiva vivencias muy penosas. Antes, el rechazo de los suyos en Nazaret; ahora, la muerte del Bautista. En circunstancia tan delicada, la reacción de Jesús es una buena enseñanza para quienes seguimos sus pasos. Ante la incomprensión, la injusticia y el dolor, Jesús busca conectar con el amor que anida en lo interior. No podemos dejarnos llevar por las turbulencias que sacuden la existencia. Necesitamos reafirmemos en la confianza en quien nunca pierde el control de los hilos de la historia universal y de la historia personal de cada uno.
Jesús buscó un espacio de retiro, buscó conectar con Abbá, pero no pudo ser: La multitud se enteró y le siguió desde los poblados. Al desembarcar, vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Luego da de comer a toda la multitud con solo cinco panes y dos peces. Es un relato que nos remite al de la institución de la Eucaristía: Levantando los ojos al cielo, pronuncio la bendición y, partiéndolos, dio los panes a los discípulos y los discípulos a la gente.
No hace falta que vayan; dadles vosotros de comer. El Papa Francisco comenta: Vivir la comunión con Cristo nos introduce cada vez más en la relación con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, para ofrecerles la señal concreta de la misericordia y de la atención de Cristo. Mientras nos nutre de Cristo, la Eucaristía que celebramos nos transforma poco a poco también a nosotros en cuerpo de Cristo y nutrimento espiritual para los hermanos.
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