Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios.
Concluida la misión de Juan, encarcelado por Herodes, comienza la de Jesús. Sus primeras palabras en el Evangelio de Marcos son: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Noticia. Ante las injusticias de los poderosos y ante la deplorable situación de la sociedad, cabría esperar discursos incendiarios y llamadas a la rebelión. Nada de eso. También hoy, mirando con ojos humanos la realidad que vivimos, podemos dejarnos atrapar por la desesperanza y el pesimismo.
Pero quienes seguimos a Jesús estamos llamados a mirar la realidad con los ojos de la fe, y así entender que el bien es más fuerte que el mal dominante en el mundo. Como dice Pablo, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28). Claro que es necesario ser consciente del mal, pero quedarnos ahí es insuficiente y es, además, perjudicial. Soy verdadero creyente si me dejo impactar más por el bien que por el mal.
El tiempo se ha cumplido. Todo lo anterior pertenece al pasado. Dios, con el niño de Belén, irrumpe con fuerza y toma las riendas de todo. Convertíos y creed en la Buena Noticia. Hasta entonces, convertirse consistía en corregir conductas y ser mejores. Ahora Jesús decide que convertirse consiste en creer en la Buena Noticia; es decir, en Él. Creer que todo es gracia y que todo se nos da gratuitamente. Así que dejemos atrás teologías poco teologales, y dejemos atrás conversiones que miran más a la acción del hombre que a la de Dios.
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