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08/04/2025 Martes 5º de Cuaresma (Jn 8, 21-30)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 7 abr
  • 2 Min. de lectura

¿Quién eres tú?

La respuesta más categórica la da Jesús desde la cruz, donde se unifican cielo y tierra: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy. Nos acercamos a la realidad de Dios solamente cuando le vemos colgado de la cruz. Allí captó Juan la manifestación suprema del ser de Dios, su amor hasta el extremo: Nosotros hemos contemplado su gloria (Jn 1, 12).

 

Sabréis que Yo-Soy. Yo-Soy es el nombre divino revelado a Moisés (Ex 3, 14). Como dice Pablo, en Él reside corporalmente la plenitud de la divinidad (Col 2, 9), esa divinidad que resplandece sobre todo en la cruz. Por eso que cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí (Jn 12, 32).

Dice el Papa Francisco: Un cristiano que no sabe gloriarse en Cristo crucificado, no ha comprendido lo que significa ser cristiano. Nuestras llagas, las que deja el pecado en nosotros, se curan solo con las llagas del Señor, con las llagas del Dios hecho hombre, humillado, anonadado. Este es el misterio de la cruz.

Que abundemos estos días en la contemplación del Crucificado hasta hacer nuestros los mismos sentimientos de Cristo, el cual, siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo (Flp 2, 5-7). Que hagamos nuestros los versos de Gabriela Mistral: En esta tarde del Calvario, - vine a rogarte por mi carne enferma; - pero al verte, mis ojos van y vienen – de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. – Y solo pido no pedirte nada, - estar aquí, junto a tu imagen muerta, - ir aprendiendo que el dolor es solo – la llave santa de tu santa puerta. Amen.

 
 
 

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