¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mientras que tus discípulos no ayunan?
Son los discípulos del Bautista. Ellos, como los fariseos, son personas piadosas y rigurosas en la observancia de leyes y tradiciones. El problema es que, con frecuencia, pecan de rigurosas también con los demás. Y sucede, con frecuencia también, que es entre ellos donde estallan los escándalos más sonados. ¿Por qué? Porque el rigor hacia los demás es un disfraz del orgullo; el orgullo de creerse mejor que otros, y el orgullo de pensar que los humanos somos capaces con nuestros esfuerzos de conseguir la santidad y la salvación.
La novedad de Jesús, difícil de asimilar para los rigurosos de todos los tiempos, consiste en relativizar nuestras obras y absolutizar la obra de Dios. Para asimilar esto es necesario abrir mucho el corazón. Pero quienes abogan por el siempre se ha hecho así, tienen el corazón cerrado. Ahora, con Jesús, la cosa consistirá en dejarse transformar por el amor desbordante, universal y gratuito de Dios. La imagen de Jesús a los pies de Pedro no puede ser más elocuente: Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo (Jn 13, 8).
¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos?
El Papa Francisco comenta: Cuando los seguidores del Bautista quieren confrontar a Jesús, éste les responde con dos conceptos: la fiesta y la novedad. ¿Qué nos trae el Evangelio? Alegría y novedad.
Pero no nos apresuremos a arrojar dardos a quienes, entre nosotros, vuelven la espalda a la novedad y se aferran a lo antiguo. La verdad es que todos, por ley de vida, tendemos a deslizarnos hacia la comodidad del inmovilismo.
EL NOVIO ESTÁ CON NOSOTROS. No es tiempo de luto ni de ayuno para cumplir la ley y la tradición. No es tiempo de intentar comprar el cielo. Es tiempo de abrir el corazón y vivir el amor incondicional, infinito y gratuito (no se vende) de Dios. Es tiempo de dejarle hacer a Él y dejar de hacer nosotros. Es tiempo de abandonarse, de confiar y de alegría.
¡Gloria a Dios!