Le seguía una gran multitud. Él se volvió y les dijo:
Son exigencias muy severas, y lo son para todos. No le agradan los seguimientos multitudinarios. No le agradan los seguimientos por tradición, por haber nacido cristianos. Quedan atrás los tiempos en que, en los países de cristiandad, todos se decían cristianos. Hoy se nos vacían los templos, pero el cristianismo sigue muy vivo, porque el Espíritu está muy vivo. Ahora, quienes seguimos a Jesús lo hacemos desde una opción personal.
Si alguien acude a mí y no me ama más que a su padre y su madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Jesús no pide la renuncia a los lazos familiares; pide que esos lazos de sangre o de amistad no sean excluyentes. Una vida afectiva es sana cuando ayuda a abrir el corazón a los de fuera.
Quien no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús (Papa Francisco).
Si un rey va a trabar batalla con otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene a atacarlo con veinte mil?
Quienes saben que tienen de su parte al Rey de reyes, no tienen miedo; la confianza lo puede todo. Dice Teresa de Ávila: Si este Señor es poderoso, siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿por qué no he de tener fortaleza para combatirme con todo el infierno?
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