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09/07/2024 Martes 14 (Mt 9, 32-38)

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y dolencia.

Proclama la gran noticia del Reino de palabra y de obra. Se está realizando lo anunciado por el ángel a los pastores, la gran alegría que lo será para todo el pueblo (Lc 2, 10). En la parábola del Buen Pastor Jesús nos asegura que la razón de su venida al mundo es que disfrutemos de la vida: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10). Vida en abundancia en el más allá y en el más acá. La mejor de entre todos sus discípulos, su madre, seguirá su ejemplo y hará lo que está en su mano para que los invitados de Caná, los invitados a la fiesta de la vida, disfrutemos del mejor de los vinos (Jn 2, 10).

Al ver a las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas como ovejas que no tienen pastor.

No se desentiende de su entorno. Le impacta profundamente la triste realidad que contempla. No reaccionará nunca con amargura o disgusto, sino con compasión. Como lo había dicho el profeta: Soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores (Is 53, 4).

Entonces dice a sus discípulos: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

Quiere que todos nos involucremos en la tarea de mejorar la calidad de vida de todos; comenzando, claro está, por quienes tenemos más cerca. En esta tarea, el instrumento más sencillo, más asequible a todos, y más eficaz es la fe hecha oración: Rogad al dueño de la mies.

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