Yo soy el pan vivo bajado del cielo… Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
No se trata del relato de la institución de la Eucaristía, pero el Evangelio de hoy es especialmente apropiado para celebrar esta fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. (¡Cuerpo! ¿Por qué no Carne y Sangre de Cristo?) También nos ayudarán a sintonizar mejor con esta celebración palabras como: Tanto amó Dios al mundo, que nos dio a su Hijo único (Jn 3, 16). O también: Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1).
Carne y Sangre. La Eucaristía es encarnación de la Encarnación. Comer la carne y beber la sangre de Jesús significa identificarnos con su persona. Una vez identificados con su persona, tendremos los mismos sentimientos que Él y nos despojaremos de nosotros mismos y llegaremos a amar como Él nos ama. Todo esto, imposible para nosotros, es posible para su Espíritu. Ser eucarísticos significa tener un estilo de vida marcado por la entrega y el servicio.
El Señor no exige sacrificios, sino que se sacrifica Él mismo. Es el Señor, que no pide nada, sino que entrega todo. Para celebrar y vivir la Eucaristía, también nosotros estamos llamados a vivir este amor. Porque no puedes partir el Pan del domingo si tu corazón está cerrado a los hermanos. Nuestras Eucaristías transforman el mundo en la medida en que nosotros nos dejamos transformar y nos convertimos en pan partido para los demás (Papa Francisco).
Haced esto en memoria mía. ¿Estoy seguro de hacer bien lo que Jesús quiso que hiciéramos juntos en memoria suya? ¿No vivo acaso la Eucaristía demasiado egocéntricamente? Siempre que nos reunimos para celebrar la Eucaristía estamos llamados a recrear el amor de Jesús llevado hasta el extremo de la cruz. Amor por todos, sí, pero con especial atención a los más vulnerables. Siempre que nos reunimos para celebrar la Eucaristía estamos llamados a reavivar el deseo de partirnos y repartirnos, como Él, entre todos.
"El que come mi cuerpo y bebe mi sangre habita en mí y yo en él" Nuestro corazón HABITADO por Cristo. ¿Soledad? ¿Qué soledad?
¡Gloria a Dios!