San Benito (480-547) vivió durante la convulsa época de la desintegración del imperio romano. Es el padre del monacato. El lema de sus abadías es: ORA ET LABORA. Fue proclamado patrono de Europa por el Papa Pablo VI en 1964.
Entonces Pedro, tomando la palabra le dijo: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?
Así habla Pedro, mientras contemplan al joven que se aleja triste, incapaz de seguir el consejo de Jesús porque era muy rico. Este Evangelio, escogido como especialmente oportuno para esta fiesta de san Benito padre de tantos y tantas que lo han dejado todo para seguir a Jesús, es válido para todo cristiano: clérigo o laico, monje o cristiano de a pie. Todos, cada uno en su estado de vida, estamos supuestos a, como dice san Benito, no anteponer nada al amor de Cristo. Quien esto hace, recibe el ciento por uno y hereda vida eterna.
Pero, ¿cómo llegar ahí? San Benito lo condensa en las dos primeras palabras de la Regla escrita para sus monjes: Escucha, hijo. La clave es la escucha: escucha atenta y asidua de la Palabra de Dios y escucha atenta y delicada de los hermanos.
Nos dice el Papa Francisco: Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo ha hecho Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú tienes que comportarte como el último, o sea, servir. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes emplearte en servir a los otros. Son tres cosas, tres escalones, los que te alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo.
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