11/12/2024 Miércoles 2º de Adviento (Mt 11, 28-30)
- Angel Santesteban
- 10 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso.
Todo el mundo busca con ahínco el descanso, la buena salud física y mental, la paz, el bienestar. Lo vemos en negocios, como los gimnasios, que con ejercicios físicos cuidan de la salud corporal; o en negocios, como los centros de yoga o mindfulness, que con ejercicios mentales cuidan de la salud espiritual. Pero todo eso, que está muy bien, no tiene nada que ver con lo que Jesús nos propone: Venid a mí. Es en Él donde se encuentra el mejor descanso y la paz más estable y profunda.
Claro que no es posible ir a Él sin salir de uno mismo. Esto es fundamental en el Evangelio, y en la vida del cristiano. Es clave en la doctrina de san Juan de la Cruz. Lo vemos, por ejemplo, en la primera estrofa del poema Cántico Espiritual: ¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido. La palabra clave es SALÍ.
Pero, ¡cuánto nos cuesta salir! ¡Cuánto nos cuesta olvidarnos de nosotros mismos! Vivimos enredados por esos enemigos que llevamos dentro y que no conseguimos vencer. Son enredos que suelen agotarnos y deprimirnos.
Venid a mí. No nos quedemos encerrados en nosotros mismos. Estamos llamados a una relación de intimidad con Él. Que nuestros enemigos interiores no nos distraigan de esta la más importante de nuestras ocupaciones. La buena discípula de san Juan de la Cruz que fue santa Teresita, dice: Lo único que tenemos que hacer es amarle sin mirarnos a nosotros mismos y sin examinar demasiado los propios defectos.
Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso.
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