12/09/2025 Viernes 23 (Lc 6, 39-42)
- Angel Santesteban
- hace 54 minutos
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¿Por qué te fijas en la mota que lleva tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
Jesús continúa tratando de inculcar en sus discípulos lo esencial de su mensaje: el amor, la misericordia, el perdón. Ayer nos había dicho: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
Armados de buenas intenciones pretendemos mejorar el Evangelio que desconocemos. No solamente en tiempos pasados de cruzadas e inquisiciones, también hoy encontramos católicos fervientes que sustituyen el Evangelio de la misericordia por el de la espada. Es, en el fondo, el pecado del orgullo. Pensamos que todo iría mejor, a nivel personal y social, con las riendas de la historia en nuestras manos duras, en lugar de dejarlas estar en las manos blandas del Dios de Jesús.
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás distinguir para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Somos buenos en cirugías estéticas con nosotros mismos. O, mejor, sabemos hacer que nuestros ojos pasen por alto las arrugas que nos afean, mientras ven con nitidez las arrugas de los prójimos. Nos cuesta entender que cuando juzgamos a los demás usurpamos el lugar de Dios; nos cuesta entender que nuestro juicio es pobre porque falto de misericordia. El juicio de Dios es siempre misericordioso.
Jesús nos pide vivir humildes, caminando por la senda de la verdad. Que nunca nos pongamos por encima de los demás. Escribe san Pablo: Por tanto, no tienes excusa, tú que juzgas, seas quien seas; pues al juzgar al otro, tú te condenas, ya que tú que juzgas cometes lo mismo (Rm 2, 1). Vivid en mutua concordia. No aspiréis a grandezas, antes allanaos con los humildes. No os tengáis por sabios (Rm 12, 16).
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