12/12/2025 Viernes 2º de Adviento (Mt 11, 16-19)
- Angel Santesteban

- hace 2 días
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¿Con qué compararé a esta generación?
A Jesús le sorprende la fuerte resistencia que encuentra entre los suyos; un pueblo tan religioso, pero tan inmovilizado por su pasado.
Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado endechas y no habéis hecho duelo.
A las puertas del templo de Jerusalén podría colgarse el letrero: NO MOLESTEN. La religión judía tiene motivos santos para la complacencia por grandes metas ya conseguidas. Sucede también hoy con nosotros, los maduros en años.
Santa Teresa, pensando en algunas monjas piadosas y apegadas a sus rutinas, escribe: Mudar costumbre es muerte. Los seguidores de Jesús debemos seguirle, siempre en camino, siempre llamados a cosas mayores (Jn 1, 50). Decía el Papa Francisco: El Señor siempre quiere que nosotros vayamos más adelante, más allá, más allá. Que no nos refugiemos en una vida tranquila o en estructuras caducas. Para seguir a Jesús debemos despojarnos de la cultura del bienestar. El bienestar adormece; es una anestesia. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.
La sabiduría se acredita por sus obras.
No hay mejor antídoto contra el inmovilismo que el Jesús de los Evangelios. Jesús, Palabra de Dios, es Sabiduría de Dios (1 Cor 1, 24). En Él se encarna todo lo que Dios sabe hacer. Sabiduría insondable e inescrutable: Oh abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia el de Dios… De Él, por Él y para él son todas las cosas. A Él la gloria por los siglos. Amen (Rm 11, 33).
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