top of page
Buscar

13/06/2024 San Antonio de Padua (Mt 5, 20-26)

Os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

La justicia de escribas y fariseos pone su confianza en el hombre y en su conducta conformada a la ley. Esa justicia inspira a Pablo antes de su conversión. Después de su conversión, Pablo reniega de ella y se lo echa en cara a sus antiguos correligionarios: Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios (Rm 10, 3). Pablo ansía estar unido a Cristo, no contando con una justicia mía basada en la ley, sino en la fe en Cristo, la justicia que Dios concede al que cree (Flp 3, 9). Así de vehemente es la fe de Pablo en la nueva economía de salvación: No anulo la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justicia, habría muerto en vano Cristo (Gal 2, 21). De ahí que, si en la antigua economía de salvación Juan Bautista fue el mayor de los nacidos de mujer, el último en el Reino de Dios es mayor que él (Lc 7, 28).

Dicho esto, conviene tener presente que todos llevamos dentro el virus fariseo; tendemos a ceder al hombre el protagonismo de su salvación. ¿Quizá porque nos produce vértigo tanto don y tanta gratuidad? Alguien ha escrito: Si nos esforzamos por hacer obras sin tener en cuenta que todo es gracia, el resultado es desolador, porque viviremos siempre en una tensión continua, envueltos en la petición y en el temor de la condenación, mientras que en el reino de la gratuidad viviremos en el amor, en la acción de gracias y en la alabanza.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

25/11/2024 Lunes 34 (Lc 21, 1-4)

Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie. Pasa desapercibida. Por ser mujer, por ser mayor, por ser viuda, por ser pobre. Es una...

Comentarios


bottom of page