top of page
Buscar

13/08/2020 Jueves 19 (Mt 18, 21 - 19,1)

Pedro se acercó entonces y le dijo: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?

Pedro piensa que el perdón es cosa puntual; algo que, aun siendo magnánimos, hay que practicar de vez en cuando. ¿Cuántas veces? La respuesta de Jesús es contundente: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Es como decir que el perdón no es algo a practicar en algunos casos, sino que debe ser una actitud constante en la vida.

¿Es posible vivir permanentemente en semejante actitud? Lo es. Para eso es necesario ser profunda y gozosamente conscientes de ser perdonados día a día. Quien experimenta la misericordia de Dios no va por la vida haciendo cálculos de cuándo perdonar y cuándo no perdonar.

Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.

Sería bueno, en algunas ocasiones, corregir la oración de Jesús, y en lugar de pedir que nos perdone como nosotros perdonamos, pedir que perdonemos como Él nos perdona. La misericordia y el perdón son el corazón de nuestra relación con Dios; la misericordia y el perdón deben ser el corazón de nuestra relación con los prójimos.

Estamos llamados a vivir en misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas es la expresión más evidente del amor misericordioso. El perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón (Papa Francisco).

Entramos de lleno en la dinámica del perdón contemplando al Crucificado y escuchando sus palabras: Perdónales porque no saben lo que hacen. Así, poco a poco, iremos asumiendo la universalidad, la gratuidad, la totalidad, la incondicionalidad del perdón.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page