13/09/2025 San Juan Crisóstomo (Lc 6, 43-49)
- Angel Santesteban
- hace 3 horas
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Os voy a explicar a quién se parece el que acude a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica.
Nos lo explica con la parábola de los dos constructores, el sensato y el insensato. Acudir a Jesús, escuchar sus palabras y ponerlas en práctica, es ser sensato construyendo la propia casa sobre roca. No es que el insensato, que construye sobre arena por no acudir a Jesús y escuchar sus palabras y no ponerlas en práctica, experimente reveses más fuertes. Los reveses son los mismos para los dos. Pero la casa construida sobre roca aguanta mejor los envites de la adversidad.
Son muchos los cimientos falsos que los humanos consideran roca firme sobre la que construyen su vida: razón, tradición, moralidad, sentimiento, dinero, fama, etc. Como ninguno de ellos es roca sólida, al llegar la tormenta la casa se derrumba.
No es que los cristianos seamos los sensatos, y los no cristianos los insensatos. Dentro de la comunidad cristiana hay sensatez e insensatez. Es muy posible encontrar cristianos que se creen sensatos, pero que no lo son porque, aunque quizá muy piadosos, no han sabido construir su vida sobre la Roca.
Un salmo dice: El Señor es mi roca, mi salvación, mi baluarte; no vacilaré (Salmo 62, 3). Vendrá la tempestad, la casa temblará, pero aguantará. El Señor Jesús, el hijo de María, Él es la Roca; el que llena las páginas de los Evangelios. Porque, como dice Teresa de Ávila, mientras vivimos y somos humanos, conviene traerle humano. Y como dice el Papa Juan Pablo II, la palabra de Dios es la primera fuente de toda espiritualidad cristiana. Ella alimenta una relación personal con el Dios vivo y con su voluntad salvífica y santificadora.
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